miércoles, 11 de abril de 2012

Los caminos estrechos



Los caminos estrechos
(El cronista del amor)
Las noches no eran las mismas en casa de Manuel, era padre y esposo, era amoroso y exitoso en su trabajo, pero había algo en su mirada que me hacia dudar de el. Las noches no eran las mismas en casa de Manuel, al contrario de la mayoría de las personas que se levantan con desgano el lo hacia con entusiasmo y caminaba con alegría a tomar el tranvía, eso era todos los días…un día del cual no quisiera recordar lo vi a ese tranvía su vida abordar, iba feliz con los ojos cerrados en un asiento del que cualquiera se hubiera trepado, largo era el camino, tan largo como nadie lo hubiera imaginado, el bajaba del tranvía y caminaba por las calles de subida, caminaba y caminaba hasta llegar a una parada de autobuses…su nombre Tenango del aire y sin pensar también a el me subía, mis ojos lo veían y mi mente no sabia por que lo hacia. El viaje a mi me consumía y mis palabras rebotaban morbosamente en la lejanía, por fin el su marcha detenía y a la vez se despertaba en mi una agitada compañía, era un calorcito el que me invadía y a mi corazón desesperaba, mientras que el caminaba y caminaba. Llegando a una casa que en ese pueblo algo tenia, tal vez la soledad que en sus paredes se reflejaba, tal vez la curiosidad que en mi silencio se agolpaba, el abrió la puerta como quien abre su casa, yo me quede en la esquina de la incertidumbre y paseaba mis ojos en las fachadas. No entendía ya lo que me pasaba, no entendía como el tiempo no me había despertado con sus tropiezos y de pronto con mi imaginación situada  en esa esquina vi como una mujer entraba a esa casa, mis ojos creían conocerla, mis ojos se perdían en un mundo que yo no conocía, camine unos pasos para no perder el equilibrio, compre unos cigarrillos, ¿Por qué? si yo no fumaba, le pregunte al señor del estanquillo, ¿Quién habita esa casa? Por que yo quisiera comprarla, el tendero torciendo su bigote me contestaba ya estuvo hace poco a la venta, ya esta habitada, nervioso de la contestación le decía, suerte de la familia que vive en ella, el tendero mirándome a los ojos me decía, suerte del tipo que ahí reside… ¿por que debería de ser una persona con suerte? Sonriendo como la suerte me contesto con su voz lasciva, la mujer que el tiene es la mujer que nosotros desearíamos, es hermosa es callada y con sus formas esculpidas para el amor. El tendero sonreía y cogiendo uno de mis cigarrillos me decía, ¡vamos amigo! Que su mente no camina, escuche lo que a mis oídos la pobreza ha traído de voz una sirvienta que ahí ha servido, ella cuenta que el no es su marido, ella cuenta que el es su vecino y que salen día a día a un mismo destino, ella de su casa y el de su martirio, diciendo que trabajan cada uno por diferentes caminos, cada uno por sendos abismos.  El silencio en mis labios temblaba y mis oídos escuchaban a ese cretino, se carcajeaba como creo que lo haría el destino, el se imaginaba lo que en esa casa pasaba y lo platicaba como si el fuera el destino. El tiempo había pasado abofeteando a mis oídos y de esa casa salía esa dama y caminaba con el pelo recogido, caminaba con la frente despejada y en su rostro la pasión derramada se advertía, pasaba y a mi no me miraba era como si no existiera en su camino es mas su mirada por mi piel se resbalaba. Quizás era un sueño, quizás me había subido a ese tranvía que unos llaman imaginación y al dormirme desperté en otra estación pero ahí estaba ella diciendo…buenas tardes don destino deme unos cigarrillos para mi marido.
Fragmento del libro de mi vida
Smycke7