jueves, 2 de septiembre de 2010

MOLIENDO MIS MANOS


Moliendo mis manos
Su cabello le caía en el rostro cubriendo sus escasos once años, sus manos sostenían un instrumento de piedra para moler el maíz azul en el metate, la ira de la pobreza se estrellaba en el dulce canto de sus labios pintados de inocencia, la masa del maíz al formarse eran la alegría del día que asomaba en sus ilusionados ojos café, el sol abrazaba su tierna espalda que empezaba a refunfuñar cansada de estar en cuclillas, acomodando sus piecitos en la tierra se sacudió el cansancio amasando la masa , miro sus manos llenas de vida y alzando sus brazos al cielo encendió el comal …su pensamiento se rompió con un grito.
-¡chepina, chepina! Tengo hambre, -ya chaparro, ya van a estar listas las tortillas- los ojos del hermanito seguían el movimiento de las manos de chepina que haciendo bolitas de masa como si jugara con sus palmas aplaudiendo cadenciosamente hacía las redondas y gordas tortillas de maíz, mientras el chaparro se acariciaba la panza chepina con gran delicadeza deslizaba la tortilla en el comal que prendía con alegría los leños animando hasta sonrojar la cara del comal, con amor toco la tortilla volteándola para cocerla bien, las manos del chaparro ya esperaban ansiosas apurando con el viento al fuego del comal, por fin estuvo lista la tortilla del chaparro y este saliendo corriendo hurgo con sus pies descalzos la sonrisa de chepina, tal vez era la única tortilla que ella hacia con gusto ya que aun le faltaba 10 kilos de masa para hacer tortillas, el tiempo y el calor del comal pintaban las mejillas de chepina y las gotas de su sudor las secaba el viento indiferente que viajaba de regreso a casa… la puerta se abrió iluminando los rostros de sus hermanitos que aguardaban con su hambre desde la noche anterior, peleas al calor del alcohol los ahuyentaban a la soledad del hambre que muerde los intestinos, sus ojos bajaban una sombra en los pies de sus hijos pequeños. El día llegaba a la mitad y todos sonreían al comer, solo chepina esperaba a la noche ingrata que llegaba con ínfulas del aguardiente que bañaba sus recuerdos de niña, con sus manos cruzadas al destino esperaba en un rincón jugaba con las palabras escuchadas de sus padres, ella pensaba si era pequeña o grande, esperando escucho al viento castigar a sus oídos, corriendo miro a la noche que llegaba con aliento de esa borrachera que es la vida en labios necios…apresando en sus brazos al llanto del chaparro que espantado llora lo abraza como a la muñeca de sus sueños de niña consolándolo le canta a la esperanza del día que nunca mas llegara.
Fragmento del libro de mi vida
Smycke7

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